El coronel Chabert: seguido de «El verdugo», «El elixir de larga vida» y «La obra maestra desconocida» (Penguin Clásicos)

El coronel Chabert: seguido de «El verdugo», «El elixir de larga vida» y «La obra maestra desconocida» (Penguin Clásicos)

Honoré de Balzac

Language:

Pages: 116

ISBN: 2:00320936

Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub


Los mejores libros jamás escritos.

La asombrosa historia del coronel Chabert, un héroe de las campañas napoleónicas a quien se dio equivocadamente por muerto, acompañada de tres relatos magistrales.

El coronel Chabert (1832) es una sobrecogedora novela breve que retrata una sociedad donde la justicia y el honor han perdido su significado. Chabert, héroe de las campañas napoleónicas, es dado por muerto en la batalla de Eylau y arrojado a una fosa. No obstante, el coronel recobra el conocimiento y consigue salir de la tumba. Como si fuera un espectro, regresa a París para reclamar una identidad que nadie le reconoce. Y menos aún su esposa.

Completan el volumen tres cuentos magistrales: «El verdugo», un macabro episodio de lealtad familiar ambientado en España durante la guerra de la Independencia; «El elixir de larga vida», una alucinada versión del mito de Don Juan, y «La obra maestra desconocida», que relata los intentos de un pintor por reproducir la esencia de una mujer.

Esta edición, que se presenta en impecable traducción de Mercedes López-Ballesteros, se complementa con una cronología y también con un bello ensayo de Paul Bourget, escritor y académico que retrató con acierto al Balzac de las distancias cortas.

«Me vi repentinamente aquejado de una dolencia, el asco por la humanidad.»

The Intelligence of Flowers

Rhinoceros and Other Plays

Les Liaisons dangereuses (Oxford World's Classics)

Astragal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuerte de los lazos, con la cadena de oro, y quiso ser tan rica que, por su fortuna, su segundo matrimonio fuera indisoluble si por un azar el conde Chabert volvía a aparecer. Y había reaparecido, sin que pudiera explicarse por qué la lucha que temía aún no había comenzado. Los sufrimientos, la enfermedad, tal vez la habían librado de ese hombre. Puede que estuviera medio loco; con suerte, Charenton aún podía hacerle a ella justicia. No había querido poner al tanto ni a Delbecq ni a la policía,.

Elevaciones de Margency de la bonita aldea de Groslay. La condesa poseía allí una deliciosa casa en la que el coronel vio, a su llegada, que se habían hecho todos los preparativos necesarios para su estancia y la de su mujer. La desdicha es una especie de talismán cuya virtud consiste en corroborar nuestra constitución primitiva: aumenta el recelo y la maldad en algunos hombres, al igual que acrecienta la bondad de quienes poseen un corazón excelente. El infortunio había vuelto al coronel aún más.

Tajantemente por una u otra para conseguir la unidad que simula una de las condiciones de la vida. No eres creíble sino en el relleno; tus contornos son falsos, no van envolviéndose ni prometen nada por detrás. Aquí sí hay algo de verdad —dijo el viejo mostrando el pecho de la santa—. Y aquí —prosiguió señalando el punto donde, en el cuadro, acababa el hombro—. Pero ahí —dijo volviendo sobre el busto—, todo es falso. No sigamos analizando, te desesperarías. El anciano se sentó en un escabel,.

Minucioso de los caracteres. Descubrió dos artificios, muy ingeniosos y que merecen ser estudiados en profundidad, pues muestran la flexibilidad de este magnífico genio y sugieren algunas reflexiones importantes. Uno de estos artificios consiste en la hábil contextualización de la historia. Retomemos uno por uno los relatos anteriormente citados. Vemos que �El verdugo» es un episodio de la guerra de la Independencia española; �El recluta» podría titularse igual que el texto que le precede, �Una.

Hablándole hasta mañana. El poco aire que respiraba era mefítico. Quise moverme y no encontré espacio. Al abrir los ojos no vi nada. Lo enrarecido del aire fue el accidente más amenazador y lo que me ilustró nítidamente sobre mi situación. Comprendí que, donde me encontraba, el aire no se renovaba y que iba a morir. Este pensamiento me quitó la sensación de dolor indescriptible que me había despertado. Los oídos me zumbaban violentamente. Oí, o creí oír, no me atrevo a afirmarlo, gemidos.

Download sample

Download